Gobierno ya debe pensar qué viene luego de la primera ronda.
Buen arranque el del diálogo al hacerlo con el PPC, pues esta cita puede marcar la pauta de los próximos encuentros, pero el gobierno ya debería ir pensando –antes de que le gane el tiempo– qué hará una vez que culmine la primera ronda.
Fue, por varias razones, un acierto. El PPC es uno de los partidos con mayor vocación por el diálogo y su relación con el gobierno no ha sido ni de enemigo ni de aliado.
Además, su delegación en Palacio estuvo compuesta por un patriarca político como Luis Bedoya Reyes, cuya voz hoy es respetada por todos, su principal figura política –Lourdes Flores– y su presidente Raúl Castro.
El encuentro sirvió para que el PPC escuchara al gobierno y expusiera sus puntos de vista sobre lo que este debiera hacer. Se mencionó, además, lo que debe ser, en el muy corto plazo, el principal objetivo de estas citas: al margen de las discrepancias naturales e indispensables en una democracia, procurar que la confrontación entre fuerzas políticas se realice con tolerancia y respeto.
En los próximos días habrá otras reuniones, desde con partidos pequeños hasta una que es clave con el Apra. Si se repite el esquema de ayer con el PPC, y se cumple lo adelantado por la dirigencia aprista, a la cita en Palacio con el premier Jiménez seguramente irá el ex presidente Alan García con su mando mayor.
En este contexto, la lideresa de Fuerza Popular tendrá que replantear su idea de que su partido estará representado por Jaime Yoshiyama y que ella solo iría si es que participa el propio presidente Ollanta Humala. Tan desubicada no querrá quedar Keiko Fujimori si antes estuvieron por ahí García, Bedoya y Flores.
El caso del ex presidente Alejandro Toledo es distinto pues, en este momento, el líder de Perú Posible está con tal cantidad de chicharrones que lo más probable es que nadie lo extrañe en Palacio en estos días.
Si esta primera ronda funciona como ayer con el PPC, el gobierno habrá logrado airear el ambiente político, el presidente Humala un respiro, y el premier Jiménez un nuevo espacio.
Asimismo, la oposición habrá podido mostrar un rostro renovado y más propositivo que puede gustarle a la ciudadanía. Todo esto les conviene en general a todos en el país.
¿Pero y después de eso qué sigue? ¿Se llevará todo al Acuerdo Nacional? ¿El Congreso será un espejo de este nuevo ambiente? ¿Hay algo más por hacer que bajar los decibeles del pleito? ¿De qué servirá lo conversado? ¿Qué sigue entonces?
Si todo queda en el aire, este diálogo incipiente puede volverse un bumerán contra el gobierno.
Por ello, sería bueno que el gobierno, que es el llamado a liderar este proceso, empiece a pensar de una vez qué es lo que sigue.
Fuente: La República