El diálogo Juan Jiménez-partidos políticos funcionó en cierta medida, pues le dio algo de oxígeno al primero y cierta tranquilidad a los segundos. No clausuró el tiempo de camorra que se vive, pero lo ha moderado. Hay la idea que una cosa buena no puede quedar allí. Pero ahora todo el mundo se está preguntando si hay un siguiente paso, y cuál sería.
Hay dos ofertas sobre el tapete: la presentación de una agenda consolidada a partir de lo dialogado, y una nueva ronda con técnicos de los partidos participantes. Lo de la agenda suena complicado, y es poco probable que los respectivos partidos se vean reflejados en ella. Además equivaldría a un compromiso, siempre incómodo para un gobierno.
Las reuniones de técnicos serían congruentes con la naturaleza de la PCM como una suerte de think-tank, y ciertamente positivas. Lo que no está claro es dónde entraría allí la política, que después de todo es el sentido de la iniciativa del diálogo. Las imaginamos más como reuniones de escritorio y no de micrófono.
Quizás estamos mirando los diálogos originales demasiado burocráticamente. Ellos no tienen por qué haber sido la fundación de un proceso rígido de encuentros. Más bien veámoslos como el rescate de un método de éxito comprobado: los puentes tendidos entre políticos son una de las claves de la democracia, aun si no son permanentemente cruzados.
En términos estrictamente formales, probablemente lo más a la mano es un nuevo ciclo de devolución de visitas del primer ministro a los locales centrales de los partidos políticos, para volver a conversar con los dirigentes. Daría una imagen de buenos modales y de contacto político más o menos permanente entre gobierno y oposición.
Entre ronda y ronda los políticos se pueden decir entre ellos más o menos lo que quieran en el espacio público (que es lo que está sucediendo), pero con la idea de que las inevitables diferencias no se van a convertir en odios a muerte. Después de todo, muchos de los visitados aspiran a ser primeros ministros algún día.
¿Hay temas para conversar? Muchos, ya que se trata de dar y recoger opiniones, muchas de las cuales pueden mantenerse privadas. Por lo pronto los impases del Congreso (TC, BCR, Defensoría), donde todos los dialogantes están presentes, podrían ser abordados. Luego están los asuntos de esta hora en política exterior. La lista es larga.
En cierto modo lo que ha logrado Jiménez es reducir la presencia de los medios en la ecuación política del país, para ofrecer un contacto directo en el gremio político. Con ello demostró que los opositores no querían realmente que se fuera, sino que les abriera alguna puerta en las inmediaciones del poder.
Fuente: La República